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Vasca de origen, Profesora Titular Universidad del País Vasco, casada y con hijos. Amenazada desde principios del 2000 por la banda terrorista ETA, luchadora incansable por las Libertades, los Derechos Humanos y contra el terrorismo

DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES

DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES

Consideraciones personales de Gotzone Mora con respecto a este Aniversario.

A lo largo de los tres últimos siglos se han consolidado un conjunto de derechos que definen la noción de ciudadanía. Los primeros, se fundamentaron sobre el concepto de libertad. Su proyección era individualista y, por lo tanto, el sujeto de derechos era la persona concreta. Su frontera se ubicaba en el respeto a la privacidad del individuo, poniendo límites a la actuación del Estado. Este grupo de derechos constituye el eje central del Estado liberal de Derecho.

La segunda generación de derechos significó la asunción por parte del Estado de una serie de funciones para sentar las bases que evitaran la exclusión social y proporcionaran un mayor bienestar general. Su referente era la justicia social, utilizando diversos mecanismos para lograrla. En España, estos derechos fueron recogidos en la Constitución de 1931 y, en el ámbito internacional, se plasmaron en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. La incorporación de los derechos sociales posibilitó la consolidación del Estado social de Derecho.

Los cambios que se perciben a partir de finales del siglo XX, producidos por la Revolución Tecnológica Informacional, han dado lugar a un nuevo tipo de sociedad la “sociedad red” (Castells 1998). Ello ha generado la necesidad de incorporar un tercer grupo de derechos: los difusos. Derechos que, a diferencia de los anteriores, plantean de momento una titularidad difícil de precisar. Son derechos colectivos que demuestran nuevas sensibilidades en relación con realidades, en la mayor parte de los casos subyacentes, pero que no se habían positivizado anteriormente como derechos (Martínez de Pisón 1998). En este sentido, la tercera generación de derechos revela una evolución de las conciencias fruto de sociedades en las que impera un elevado grado de sensibilidad y desarrollo.

La evolución y alcance de las tres generaciones de derechos se vincula con el concepto de ciudadanía, término que básicamente implica igualdad y supone así mismo el pleno ejercicio de derechos. Hoy, Día Internacional de las Mujeres, una pregunta pertinente podría ser la siguiente ¿se realizan los esfuerzos necesarios para fomentar la igualdad entre hombres y mujeres en nuestra sociedad?. Bastaría recoger las cifras y porcentajes de las mujeres ya sea en el empleo, en las percepciones que reciben respecto a sus salarios, en el ámbito de las decisiones políticas, en las estructuras universitarias, en todos los espacios donde se determina el poder de la sociedad y en cuanto a la violencia de género. En todos los casos anteriores nos percataríamos del largo camino que nos faltaría para conseguir esa igualdad tan anhelada entre hombres y mujeres. Dicha constatación nos alerta sobre los esfuerzos adicionales que debiéramos realizar para conseguir desterrar una desigualdad que es injusta.

La Señora Dahlerup, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), expresa cuando se refiere a las relaciones de igualdad entre hombres y mujeres lo siguiente “La opresión de las mujeres no es tan sólo una consecuencia del control de los hombres sobre las mujeres, aunque eso sea un hecho. Las mujeres también son privadas de control y poder, no ya por ningún hombre en particular o por grupos de hombres, sino por toda la estructura de la sociedad. Puede ser que las mujeres no tengan ningún control sobre sus condiciones de trabajo, pero en una sociedad donde todo el mundo tenga derecho a un salario, no puede deducirse inevitablemente que los hombres sean los que tengan ese control. Aquí la base de la posición subordinada de las mujeres es la segregación del trabajo entre los sexos.”

En la sociedad actual donde los roles sociales y los espacios vitales tienden a difuminar sus límites, la subordinación que soportan las mujeres no es tan sólo el resultado de la dominación masculina, aunque ello sea una realidad. La opresión de las mujeres es un problema más complejo al ser de naturaleza estructural y esa subordinación estructural se hace palpable en las relaciones personales. La consecuencia a nivel social se manifiesta en determinadas condiciones de vida que tienen implicaciones negativas para mujeres y hombres, es decir, para la sociedad en general.

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