España vive actualmente una terrible crisis económica cuyo último capítulo viene constituido por la reciente aprobación de un paquete de medidas anticrisis (el enésimo) por parte del Gobierno de Rodríguez Zapatero y por la culminación de un Pacto de Estado entre PSOE y Partido Popular con el fin de introducir una reforma constitucional que establezca un techo de gasto para todas las administraciones públicas. Es de todos sabido que nuestro país vive una de las peores (si no lo peor) crisis económicas de su historia democrática, crisis que este Gobierno socialista se ha empeñado en vincular con el contexto internacional. Bajo el tramposo argumento de que la inestabilidad económica se originó en los Estados Unidos con el caso de los fondos tóxicos relacionados a las hipotecas-basura, Rodríguez Zapatero ha tratado de ocultar su indudable responsabilidad en la situación dramática que vive España bajo el ropaje de la 'crisis internacional'.
Ahora bien, que Rodríguez Zapatero y su Gobierno nos tomen a los españoles por iletrados no quiere decir ni mucho menos que lo seamos, y me parece que a estas alturas de su mandato la mayoría de los habitantes de nuestro país tenemos bien claro quien es el responsable directo de que España se encuentre en una situación económica desesperada y a años luz de la de los países punteros de nuestro entorno (véase Alemania, Francia, Gran Bretaña o Austria, por sólo citar algunos ejemplos). En cualquier foro de debate puede escucharse la nefasta gestión del Gobierno Socialista durante la crisis y su responsabilidad directa en los casi cinco millones de parados que ya padecemos. Esta afirmación se atestigua a las claras en el espectacular bofetón electoral sufrido en el pasado mayo al Partido Socialista Obrero Español en las elecciones municipales y autonómicas y el más que previsible vuelco en las legislativas de noviembre próximo.
No obstante, en este momento el eje de mi reflexión radica en tratar de demostrar la vinculación directa entre la mentira con la cual el Partido Socialista ganó las anteriores elecciones generales de 2008 y la deriva económica actual. En concreto en esa fecha ya existían ciertos indicios de la dimensión de la crisis que nos aprestábamos a sufrir; indicios, que por supuesto, eran bien conocidos por Rodríguez Zapatero, por su entonces Ministro de Economía, Solbes, y por el resto de los miembros de su Gobierno.
Sin embargo, Rodríguez Zapatero y el propio Solbes, en un acto de funambulismo político al que ya nos tienen acostumbrados, se pasaron toda la campaña electoral negando la mayor (es decir, que existía cualquier atisbo de crisis económica) e incluso, era común en aquella época que nuestro Presidente del Gobierno utilizara eufemismos del tipo 'desaceleración económica' o 'desaceleración transitoria' para referirse a la debacle que se nos venía encima. Pero no contentos con lo anterior, los dos personajes citados (seguidos al unísono por un PSOE cuya única preocupación consistía en perpetuarse en el poder costase lo que costase) se dedicaron a menospreciar tildando de «malos españoles» a todos aquellos que en ese momento anunciaban la realidad de la situación que padecíamos. Un caso especialmente triste fue el debate televisivo que mantuvieron Solbes y Pizarro en el que el primero, negando la realidad de la crisis de manera contumaz y combatiendo con afirmaciones que faltaban a la verdad, acusó a Pizarro de falsear los datos y de intentar alarmar a la ciudadanía. Por desgracia para todos nosotros y según afirmaron las encuestas, aunque personalmente consideré que en el plano intelectual Pizarro nos ofreció una lección de sensatez ante un superado Solbes, este último consiguió 'vencer' en el debate. Desafortunadamente un importante sector de la ciudadanía prefirió creer los cantos de sirena del que afirma que todo iba bien antes que atender a las llamadas (fundadas en los datos y totalmente razonadas) de quien expresaba lo terrible de la crisis que se avecinaba.
El principal problema de que la victoria socialista en 2008 se afianzara sobre mentira, es decir, sobre la negación sistemática de la existencia de crisis económica, lo estamos pagando con creces, en el momento actual. Y ello porque lógicamente un Gobierno como el liderado por el Sr. Rodríguez Zapatero que a lo largo de toda la campaña rehusó aceptar síntoma alguno de depresión económica, se vio atado de pies y manos en los primeros dos años de su mandato para tomar medidas eficaces.
Desgraciadamente el final de la historia lo conocemos todos: casi cinco millones de parados, una deuda pública inasumible si no fuera por la ayuda del Banco Central Europeo y, lo que es peor, la sensación de que mientras este Gobierno siga al mando de la nave las cosas sólo pueden empeorar. El precio de la mentira con la que el Señor Rodríguez Zapatero fue reelegido lo hemos pagado todos los españoles y lo que es más grave, supondrá un recorte importante de nuestro Estado de Bienestar. No obstante, el descrédito político del Sr. Rodríguez Zapatero, que pasará a la historia como el peor Presidente de Gobierno de nuestra democracia (no olvidemos que no sólo es responsable directo de la situación económica que vive España, sino también del terrible problema del resurgimiento institucional de los proetarras en el País Vasco al haber fomentado la legalización de Bildu), también atestigua del coste de llegar o mantenerse en el poder a cualquier precio.
A la vista de lo anterior es claro que sólo un cambio radical de rumbo político vinculado a la victoria del líder del Partido Popular Don Mariano Rajoy en las elecciones generales de noviembre puede revertir la dramática situación económica en la que nos encontramos inmersos. Estoy segura que ello servirá para dotar a España de credibilidad ante los Organismos Internacionales y, en especial, ante el núcleo duro de decisión en la Unión Europea que hoy constituyen Francia y Alemania.
http://www.lasprovincias.es/v/20110922/opinion/precio-mentira-20110922.html
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